El miércoles de la semana pasada recibí una llamada algo inusual de mi pana Gabriel Ríos, invitándome al concierto de U2 que se celebraría el sábado por tener una entrada disponible. La llamada le dio otro matiz a una semana que ya de por si se presentaba prometedora. Al fin y al cabo no todos los días se te presenta la oportunidad de ver la mejor banda del mundo y el show más exitoso de la última década.
Llego el sábado y con el comenzó la aventura. Luego de revisar el pronostico del tiempo, desempolve un par de ponchos que no usaba desde mis lejanos viajes a Orlando (4 años), me puse mi franela del concierto de Roger Waters (cortesía de mi pana Romer) y me enrumbe junto a Gabriel a dejar el carro en el estacionamiento del State Fair donde tomaríamos un bus que nos llevaría al TCF Stadium, lugar donde se celebraría el concierto y donde usualmente juegan futbol americano los Gophers de la Universidad de Minnesota.
Al llegar al estadio pudimos ver como ríos de gente fluían de todas partes, parecían hormigas que brotaban desde cualquier espacio, siendo el entusiasmo generalizado la nota que caracterizaba a este colectivo que ya antes de empezar el concierto estaba embriagado de euforia. Allí comenzó una de las partes más interesantes del concierto, Gabriel y yo habíamos previsto tomarnos un par de cervezas antes de ir a nuestros asientos. Esa misión se tornaría particularmente difícil porque buena parte de las 60 mil almas que estaban allí tenían el mismo plan. Allí nos conseguimos con Gustavo otro amigo que se enrolo en la patrulla busca-birras y así fue como deambulamos por las entradas de todos los bares de las cuales salíamos huyendo cuando veíamos que habían colas de mas media hora solo para entrar al bar.
Finalmente conseguimos un lugar llamado “Campus Pizza” también atestado de gente, pero dentro del cual pudimos acceder a la barra, copada de gente. Allí implementamos un plan estratégico cuyo único objetivo era calmarnos la sed. Nuestras destrezas y tácticas rindieron frutos y en menos de 15 minutos teníamos dos birras cada uno en las manos. Allí emprendimos el retorno hacia el estadio, pudimos divisar como ya estaba cantando “Interpol” los teloneros del concierto. Totalmente desconocidos para mi, aunque después averigüe que era una banda de cierto reconocimiento después de todo no cualquiera le hace la apertura a la banda de Bono.
Aprovechamos que podíamos ver quien cantaba y que todavía faltaba para que los irlandeses se montaran en “La Garra” y decidimos tomarnos la del estribo en el “Buffalo Wild Wings” que esta frente al estadio. Allí hicimos fila como por 20 minutos en los cuales conversamos con otros compañeros de aventura, unos más interesados en la cerveza y en la rumba que en otra cosa. Sin embargo, algunos de los presentes nos pusimos a conversar sobre cuando nos hicimos fans de U2. Yo realmente no podía reconocer que U2 era mi banda favorita aunque, para no quedarme atrás dije que los seguía desde que vi Rattle & Hum, lo cual era cierto. Allí pudimos tomarnos un par de cervezas mas que sirvieron para darnos el “entusiasmo” requerido para disfrutar del plato fuerte de la noche. U2 en concierto… continuara.
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