Primero que nada quiero aclarar que no tengo nada personal contra Pastor Maldonado, es mas no lo conozco mas allá de lo que dicen los medios y por supuesto tampoco es que me haya hecho nada directamente. Si estoy usando su nombre para este articulo es porque el es uno de muchos venezolanos que esta sufriendo el síndrome que a continuación voy a describir y por supuesto al ser una celebridad resulta mucho mas ilustrativo llamar a esto el síndrome de Pastor Maldonado que el síndrome de Perico de los palotes el cual no le va a decir nada a nadie. Así que Pastor nada personal supongo que es un poco el precio que debes pagar por la fama.
Hecho esta aclaratoria comienzo a describir lo que a mi juicio es una situación que está viviendo buena parte de los venezolanos que aun apoyan a la revolución rojita que “gobierna” nuestro país. Digo buena parte porque entiendo que además de las personas que sufren el Síndrome de Pastor también existen personas quienes apoyan el proceso revolucionario que encabeza el Comandante Presidente de forma romántica, comprometida y quizás lo mas importante, de manera desinteresada.
El síndrome objeto de este articulo se caracteriza básicamente por el apoyo furibundo que muestran muchas personas al proceso “socialista” que gobierna la patria de Bolívar básicamente por estar recibiendo múltiples beneficios que pueden ser de diversa índole aunque son fundamentalmente económicos. Estas personas en la mayoría de los casos son personas con cierta preparación profesional algunos de ellos incluso destacados en sus respectivas áreas y muestran como elemento en común por un lado un desaforado soporte al proceso revolucionario y por otro lado el recibir una evidente contraprestación (económica) por su “desinteresado” apoyo.
Vale la pena preguntarse, si el apoyo al proceso revolucionario seria el mismo, si dejaran de recibir o nunca hubiesen recibido las prebendas que obtienen de parte del régimen. Hay múltiples ejemplos del síndrome de Pastor y lo más curioso del caso es que no se necesita ser una estrella de Formula 1 o un pelotero de grandes ligas para sufrir de este síndrome.
Usted seguramente tendrá algún conocido, probablemente el vecino de al lado o aquel compañero de universidad que vivía de rumba en rumba o que era feliz como adeco o como copeyano o como hibrido entre los dos partidos y que vivía su vida de forma por demás despreocupada y desordenada, quienes de la noche a la mañana se han convertido en paladines de la justicia social y mas revolucionarios que El Che y Fidel juntos. Esos mismos que dejaron de oír las canciones de Fulanito y Sandy y Papo y ahora no pueden vivir sin la música de los camaradas Silvio Rodríguez y Ali Primera.
Claro ayuda un poco en ese interés exacerbado por el bien común y por los desposeidos, el hecho que estén devengando un salario bastante reconfortante en el peor de los casos o este haciendo negocios y creciendo vertiginosamente como un prospero empresario boliburgues. Ojo aquí no estamos en contra del progreso profesional e incluso económico que pueda experimentar una persona en su vida.
De hecho somos fieles creyentes en que los seres humanos merecemos progresar como producto del esfuerzo personal y del trabajo honrado. Con lo que no estamos de acuerdo es que cambiemos de ideales o de posturas políticas por cuestiones circunstanciales como puede ser un trabajo o un contrato y convertirnos entonces en defensores acérrimos de cosas en las que de verdad no solo no creemos sino que estamos o mejor dicho estábamos en total desacuerdo.
La conciencia y nuestros ideales son de los tesoros más valiosos que tenemos como seres humanos y da tristeza ver como mucha gente negocia con ellos con la misma facilidad con que lo hacen con una nevera vieja o unos zapatos de mediano uso. Mucha gente no ha entendido que los gobiernos para bien o mal tarde o temprano pasan pero la reputación y tu conciencia se quedan contigo mientras existas y a veces mas allá.
Es comprensible que personas que están cómodas desde el punto de vista económico puedan tener simpatía por el régimen que proporciona esos beneficios, lo que hay que sopesar es que el bienestar individual puede ser mas efímero de lo que parece en comparación con el bienestar de una nación y su situación en el tiempo.
Lo mas triste del asunto es que con toda certeza cuando se produzcan los cambios naturales que ocurren tarde o temprano en cualquier nación, muchos o todos los que sufren de este síndrome van a reacomodarse con el nuevo régimen y van a comenzar a bailar al ritmo que le toque el gobernante de turno. Lamentablemente estas personas que negocian con sus ideales existen desde que el mundo es mundo y seguirán existiendo, una vez mas Pastor nada personal… just Business.
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