Érase
una vez en una hermosa Isla del Caribe Mar vivía un viejo carpintero llamado
Fidelio. Su vida la había consagrado a manejar los hilos del poder en la Isla
por más de 40 años. Desde allí venció a
sus enemigos uno a uno a costa incluso del bienestar de su pueblo, claro
siempre logrando el objetivo de asirse al poder con uñas y dientes. Sin embargo
Fidelio no era feliz, al menos no completamente, desde joven había tratado de
crear diferentes muñecos y de colocarlos en distintos países de America Latina,
para expandir su poder. Pero honestamente sabía que esos intentos habían
fracasado.
Fidelio
no cejaba en su empeño de crear a ese títere que dominara no solo un país en
America Latina sino que sirviera de punta de lanza en su proyecto de dominar
primero al continente y de ser posible, expandirlo al mundo. Luego de múltiples
intentos creó a un muñeco un poco rustico pero simpático a
la vista. De buenas a primeras parecía ser de buen corazón e incluso tener
buenas intenciones.
A ese títere lo llamo Hugocchio y lo mando
empaquetado al corazón de un país llanero. Hugocchio era un títere muy humano y
podía confundirse perfectamente con uno de ellos, estudió, creció y se hizo militar con el objetivo de defender
a su país al menos en apariencia, su propósito verdadero era realmente servirle
Fidelio y su proyecto de apoderarse del mundo.
Apenas
pudo alcanzar algún puesto de comando, Hugocchio lideró una sonada militar contra el gobernante de
turno siempre siguiendo las instrucciones del viejo Fidelio. Los objetivos no
se alcanzaron, pero el títere humanoide cobró
notoriedad entre el pueblo al decir la frase “por el momento los
objetivos no fueron alcanzados”. El pueblo llanero harto de gobernantes
mentirosos y corruptos pensaron que Hugocchio era una esperanza de progresar y
de hacer de ese hermoso país un mejor lugar para todos.
A
pesar de ir a la cárcel, en las calles creció
el mito de Hugocchio como la ultima esperanza de construir un gran país
para todos. Muestra de ellos es que en las celebraciones carnestolendas de ese
año empezaron a aparecer disfrazados niñitos vestidos de militar con una gran
nariz en claro homenaje al líder de la asonada golpista, sin pensar que
realmente se trataba de un títere que estaba siendo dirigido por aquel viejo
carpintero caribeño con aires de grandeza y ambición desmedida… (esta historia
continuara)
La imagen que ilustra este post fue obtenida de masbricolaje.com muchas gracias!!
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