Hay
momentos en la vida en los que la reflexión se impone. Algunas veces estos momentos
llegan por satisfacciones, en algunos casos por tristezas y en muchos otros por
decepciones. Particularmente en mi vida los momentos de reflexión son mas
frecuentes en las derrotas que en las victorias y es que yo cuando pierdo
generalmente aprendo mas que cuando gano. Quizás por lo competitivo de mi forma
de ser y lo mucho que detesto cuando las cosas no se dan como quiero.
Quizás
este pecando de egoísta, pero las recientes declaraciones del Ex-magistrado
Eladio Aponte Aponte me han herido como venezolano y como parte de un colectivo
que ha sido humillado y ultrajado por un grupo de bribones disfrazados de
justicieros sociales. Pero digo que estoy siendo egoísta porque realmente no he
dejado de pensar en como me afectaron las confesiones de semejante “prócer” desde
mi perspectiva personal, sobretodo considerando que aunque sea desde el punto
de visto formal debo considerar a este “ciudadano” como un colega abogado.
Resultaba
difícil procesar mientras veía la entrevista que un individuo tuviera las
cachazas de asumir con su cara lavada, todas las atrocidades cometidas en el
ejercicio de sus funciones y tuviera el tupe de decir que ahora iba a luchar
por defender la justicia. Mas incomprensible resulta entender como este tipo
carente de valores, de conocimiento y hasta de léxico pudo tener una carrera meteórica
que lo llevo hasta la presidencia de la Sala Penal del Tribunal Supremo de
Justicia. Internamente pensaba que el primer preso debería ser el individuo que
postulo a Aponte Aponte a ocupar cualquier cargo, es mas si vamos mas allá el
primer irresponsable fue el que le otorgo el titulo de abogado al susodicho “jurista”.
Siento
pena, y ojo no es pena ajena, es pena propia por haberme formado como abogado
en una cátedra de derecho venezolana probablemente muy parecida a la que formo
profesionalmente a Eladio Aponte Aponte y no solo a el sino a la cantidad de
abogados que forman parte de esa macoya jurídica que ha terminado de hundir a
una profesión que ya de por si no era bien vista pero que ahora se ha
convertido en una absoluta vergüenza.
Entiendo
que estoy generalizando y que hay también mucho profesional noble que cree y
trabaja por la justicia con base a lo aprendido en las aulas y no en los
albañales de donde salieron abogados como Aponte Aponte. Lamentablemente
parecieran haber sido excluidos del sistema judicial venezolano. Disculpen si
estoy ofendiendo a aquellos que pueden mantener su frente en alto como
profesionales de calidad y honradez, en todo caso no deben sentirse aludidos.
Come les dije la vergüenza y la desazón es propia y parte de la culpa de que
estos pseudos profesionales del derecho asumieran posiciones importantes
radican en que gente como yo decidió dejar de ejercer como abogado dejando espacios
abiertos para que gente sin escrúpulos se adueñara de la voluntad de la dama
ciega. Hoy mas que nunca pienso que perdí 5 años en la universidad, no porque
no haya aprendido nada, al contrario aprendí mucho y de los mejores, pero que
valor puede tener el conocimiento jurídico cuando las decisiones son tomadas con
criterios basados en la bajeza y la ignorancia. Cinco años perdidos…
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