Recientemente se han producido en Venezuela dos situaciones que parecen dirigidas a criminalizar todo intento de expresarse en contra de políticas o gestiones de los organismos gubernamentales. Coartar la posibilidad de protestar parece ser una de las nuevas estrategias del partido revolucionario, quizás por aquello de que “ojos que no ven corazón que no siente”.
El primero de estos hechos fue la apertura de un proceso judicial a un individuo que se le ocurrió llevar como señal de protesta a un juego de la serie del Caribe de béisbol celebrada en Margarita una franela en la cual podía apreciarse la frase “Hugo me Cago en tu Revolución”. El sujeto fue sacado del estadio y eso pudiera ser hasta cierto punto entendible en tiempos donde la falta de tolerancia a la disidencia política es la norma. Sin embargo el asunto va mas allá y al sujeto se le abrió una causa judicial que podría acarrearle de 6 meses a 3 años de prisión por atreverse a expresar su punto de vista frente a una corriente o postura política.
Que delicado y falto de sentido del humor resultó el gobierno sobretodo considerando que el presidente no tiene frenos a la hora de ofender y burlarse de cualquier persona. Ya son conocidos los epítetos “plastas”, “troglodita”, “pendejo”, “imbecil”, “Demonios con sotanas” por enumerar solo algunas de las perlas que día a día causan la risa y los aplausos de los asistentes a los discursos del comandante. Lo mas cumbre es que precisamente sea uno de esos seguidores del presidente con poco sentido del humor y la cabuya de tolerancia cortita cuando el objeto de la burla es el presidente o algún otro funcionario del entorno gubernamental e incluso “el propio proceso” quien tome decisiones como la apertura de este juicio.
Esta demostrado entonces que en estos tiempos de revolución hay diferentes categorías de venezolanos dependiendo sus posturas políticas, hay algunos que tienen derecho a ser respetados (incluso de forma extrema) y otros que tienen la obligación de calarse las humillaciones sin revirar, total nadie los manda a pensar distinto.
El segundo caso tiene que ver con 33 “oligarcas”, “saboteadores”, “fascistas”, “golpistas” y probablemente hasta “terroristas” que cansados de recibir un pésimo y degradante servicio (retraso en los trenes, fallas en el aire acondicionado entre muchas otras) en el otrora orgullo de los caraqueños, el Metro de Caracas decidieron levantar su voz y protestar en la "elitesca" estación de Propatria.
El gobierno lejos de interesarse en el contenido de la protesta y mandar una comisión a ver los planteamientos de los manifestantes. Mandaron a la policía a sacar por la fuerza a los ciudadanos que protestaban poniéndolos inmediatamente a las órdenes de los tribunales competentes por razones que iban desde alteración de orden público hasta actos de terrorismos.
Por lo visto, el gobierno quiere convertirnos a todos los ciudadanos en avestruces y que reaccionemos ante todos los problemas enterrando la cabeza en la tierra y no darnos por enterados de lo que ocurre.
El asunto afortunadamente no trascendió para los 33 manifestantes mas allá de los atropellos del cual fueron objeto por parte de la policía, ya que debieron ser liberados al verificarse que no estaban cometiendo delito alguno. Pero ¿como queda la actuación del ministro que los califico de saboteadores y terroristas? En un país serio las declaraciones del ministro darían lugar a un procedimiento judicial por exponer a los ciudadanos quienes protestaban de forma justificada al escarnio público. Otra pregunta seria ¿quién les repara a estos ciudadanos las vejaciones y maltratos recibidos por los organismos de seguridad durante el proceso de su detención? Deberíamos analizar un poco mas el contenido de la franela mostrada por aquel ciudadano en el juego de béisbol, la idea seria establecer de forma contundente ¿Quién se caga en quien?
La foto que ilustra este post fue obtenida en foropolitico.es muchas gracias!!
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